Los textos que a continuación les ofrecemos han sido escritos durante la pandemia que ha azotado al mundo este 2020, por escritores de diversa edad y clase social, todos ellos pertenecientes al colectivo artístico Piño Choroy. Hoy comparten sus líneas Catalina Soto, Christian Chamorro, Camila Ramírez, Gonzalo Robles, Catalina Amaire, Luis López González y Ninfa María.
Señales de humo
Gonzalo Robles
“La crisis consiste precisamente
en el hecho de que lo viejo muere
y lo nuevo no puede nacer:
en ese interregno se verifican
los fenómenos morbosos más variados”.
Antonio Gramsci
Este maldito virus nos contagió a todos
de indiferencia, egoísmo al por mayor
bandadas de aves vuelan de a una
cada pájaro en su propio aire.
En el confinamiento dimos la cara
a través del espacio virtual
volver a los orígenes
los rostros, siluetas de humo
señales del fuego interior reprimido.
Es curioso ver las volutas de humo
ignoradas por la apatía
en suspenso en el cielo
con dos vistos verdes a los pies.
Sorprende que en este aire infectado
el humo aclare la retina
vemos los rostros tal cual son
conocemos mejor a las personas
por medio de remotas señales de humo.
No somos más que cenizas
de un sueño de humanidad.
Metacuarentena
Catalina Amaire
Creo que no me sale hacer metacuarentena
el hecho de estar en cuarentena y analizar sus características
es un estudio mundial en el que me quedo corta
aquí, en el cuarto de mi madre, mirando el lago de en frente
no puedo hablar de los niños a quienes sus padres maltratan
ni de los padres que no saben qué pueden dar de comer
ni de los que todavía salen en búsquedas cuartadas por la falta de trabajo
la falta de gente en las calles
todas las faltas
no hay ayuda suficiente posible
a pesar de los comedores, la ayuda social y las leyes
las bolsas están en picada, la avalancha está a punto de aparecer
en el segundo preciso, antes de que reviente todo
los volcanes erupciones, los glaciares se rompan
y haya que empezar a correr o morir aplastados
en el intento
Privado
Luis López González
“Un día un desconocido se me acercó
y me dijo: lo privado dominará el mundo”
J. M. Memet.
Vives acurrucado en un concepto
eres un ser privado
la ideología te inunda con sus axiomas
tienes autonomía privada
tienes propiedad privada
tienes un mundo privado
y así, así, como tal
te envuelve una mentira
como a una momia su mortaja.
Pero también si no puedes
o no quieres
serás un privado. No hay escapatoria.
Privado de amor
privado de fe
privado de humanidad.
En la frágil grieta del espejo
un privado mira a otro privado
sabiéndose deconstruidos
por la belleza de la trizadura.
A Jacques Derrida.
Se corona la incertidumbre
Ninfa María
Vamos por túneles distintos
pero
todos metidos en la recta oscura
escuchamos rumores
dicen que era de otro color
rosa, en el pasado
Se corona la incertidumbre
la inminente aparición de una línea negra
viral se multiplica
la recta que se curva
de tanto ir y volver
en el circuito de la vida
a la caída
a la peste
El temor de volver
a los siglos de dolor
¿dolorosa es dolo rosa?
Es circular negra
la cicuta del destino
corona con incertidumbre
el inicio del fin
¿Cuándo la rosa?
Con singular respiración
inminente la caída
de la vida a la peste
pero sin intención
dicen
por accidente
Dolo rosa
cicuta murciélago
recta dolorosa
El dolo es de nadie
dicen
pero duele igual
se apena la recta
se curva más
busca volver al pasado
busca la rosa
El siglo se obscurece
obstruida la recta
cae
sus pétalos duelen
hieden cicuta
El temor
singular entre siglos
planta rectas abortadas
como cruces
en dunas aisladas
circulan
el temor
el dolo
la rosa
Cuarentena
Camila Ramírez
A veces siento que me estoy volviendo parte de la casa o que nunca saldré de ella. La rutina es cómoda y el sillón de la sala de estar nunca me había parecido tan amistoso. El aire condensado me acompaña. Nunca los textos apocalípticos y las reuniones en skype habían estado tan de moda. El scroll se torna diario, matutino y nocturno. La oscuridad me está llegando a gustar junto al hecho de eludirlos, no verles las caras, fingir saludos incómodos y falsa diplomacia. En cambio, estar aquí es como un reality show, esos que daban en el 13 o el Mega, todos adentros, peleando, sobreviviendo, volcados a sus quehaceres diarios y observando los ajenos. Debo admitir que ha sido bastante ameno, salvo excepciones como el queque crudo de la otra vez y la indignación que causó la falta de huevos.
Tal vez, esto es algo así como el final de la metamorfosis; cucarachas rápidas habitando interiores, recovecos, buscando comida. Cucarachas habituadas a la pisada indiferente, el ¡Clack!, el individualismo imperecedero que nunca descansa. La mentalidad viva de cualquier transeúnte que sube al metro de Santiago, con la sensación de que solo queda dejarse aplastar, sucumbir. No hay que ser nihilista, ni leer a Camus o Kafka, solo que la existencia se torna pretérita y el tiempo de pensar, antes arrebatado, surge y se emancipa. ¡Ay! ¡El encierro es tan lúcido! Emerge la consciencia y todo parece más claro. Pero para otras es distinto. El pensamiento no regresa y sumidas en la desesperación perecen ante el brillo de la pantalla paranoide, se aplastan entre sí y se arrancan las antenas, indolentes. Víctimas del consumo, no encuentran un camino de retorno, solo trayectorias circulares que recorren frenéticas sin saber por qué.
Divagar en el mañana es el acto más romántico que se me ocurre.
Derritiendo la ventana
Christian Chamorro
Alan Brito
está
apoyado en la pared
Escucha
las latas mal martilladas,
las ráfagas
que rebotan en el suelo
haciendo renacer
el césped pisado
Pero la tabla de la industria
está fría
se aleja.
Ve por la ventana
un escape.
A lo lejos
una ancha calle de cemento
corta el cerro
Alguien no les aviso a las ovejas
Están a punto de encimarse
al borde del cuchillo humano.
Los árboles le muestran
los pasos de rock
que el viento asocia escandalosamente
a una escena dramática
Es tan alta la mirada
que puede volar
Abre sus brazos en forma de alas
salta
planea las chascas del Arrayan o el Canelo
Los pajaritos se preguntan si algún día volverá
porque se ha ido tan lejos
que alcanzó otros continentes
Visitó los monumentos de la historia
como película de semana “insanta”
entró en las tumbas egipcias
sacó las momias con collares de oro
ahí se dio cuenta que eran los gobernantes de $hile,
Visitó a cuanto ser querido quiso
besó sus mejillas
desamarró sus cordones
apagó el hervidor
para crear un clima terrorífico
a ver si escapaba alguna risa nerviosa
o simplemente daba una oportunidad
diferente al encierro
Ahí tomo la opción de ir donde los nefastos
Cuando entra a la casa de uno de ellos
sopla sobre su oreja
lo despeina
pero este individuo está paralizado
sus sentidos están muertos
o el tipo está apagado
Ha llegado el apocalipsis
se resguarda en paredes de cuerpos caídos
su ventana estaba abierta
dejando escapar a su alma en off
Alan Brito
sale de ahí
antes de sorprenderse más del vacío.
Viene de vuelta sobre volado.
En el fiordo los peces saltan comunicando un encuentro
un vacile acuático o cuántico,
el aquadance en su esencia
aunque esta vez
sólo desea ser el espectador.
Es tan liviano que se para en la copa de un árbol
para resguardar un nido de chucaos
cuando de repente
una voz
tibia y sube de nivel
es fuerte y sube de nivel
está en todo su cuerpo
¡¡Oye, oye!! que así en la ventana parecí’ un cangrejo, mejor prende la salamandra que hace frío
¿Es la ventana entonces su pantalla?
¿Es la ventana entonces la opción que tiene para salir corriendo?
o
¿Es su mente la ventana que tiene para escapar?
Cuarentena
Catalina Soto Caballero
Siempre es reconfortante volver a las tierras que te vieron crecer, sobre todo si es sólo por unos días. Qué lindo que pueda estar aquí para este cumpleaños, ¡no me lo perdería por la vida! ¿Tendré las cosas necesarias para cuatro días? Obvio sí, ¿qué tanto voy a necesitar? Un par de lecturas, ropa interior, desodorante, cepillo de dientes… ¡mis vitaminas! Filo, si no me quedo ni una semana.
Vaya, pandemia mundial, quién lo diría. Tanta gente con mascarillas en el aeropuerto me puso media conspiranoica. ¿No que hay que usarlas sólo si podrías estar contagiade, y que si la usas en público y no lo estás, aumentas las probabilidades de contagiarte? Cuál será el caso: ¿están todes contagiades, o están todes mal informades? Ninguna de las dos me reconforta. ¿Y si estoy yo mal informada, y realmente usar mascarillas te protege, aunque no tengas síntomas? ¿Debí traer mascarilla al aeropuerto? ¿Contagiaré a mi abuelo? ¿Me voy a morir? Por supuesto que no me voy a morir. A no ser que el avión se caiga. Tres de la mañana, ¡a abordar!
Uff, nadie se sentó a mi lado, ¡qué alivio! Se apagó la señal, adiós cinturón, vamos a dormir como las diosas. Pero qué duros son los asientos de mierda. Bueno, no importa, ¡a dormir algo!
Una turbulencia, ¿cuánto tiempo ha pasado? ¡Ah, no queda nada, pero si ya está amaneciendo! ¡Qué bonito! A veces se me olvida lo calmo que se ve el mar por acá. Ojalá más gente esté viendo el amanecer, ¡pero qué cosa más bella!
Llego a la casa, ¡hola, familia! Abrazo, sí, abrazo, ¿cómo les voy a decir que no? Vengo de un aeropuerto, ¿estaré siendo insensible al sí abrazarles? ¡Mi pobre abuelita! ¿Y si soy portadora? ¡Tiene más de setenta! ¿Maté a mi abuelita? ¡¿La maté por abrazarla?! Ok, calma. No has matado a nadie, tu abuelita no va a morir de coronavirus. Feliz cumpleaños, querida, ¡ojalá sean muchos más! Cumpleaños feliz, te deseamos a ti…
Hola mamá, volví. Está linda la casita, sí. Qué rica la oncecita, sí. ¡Uff, parece que está la cagá en la capital’e!, ¿verdad? Y, sí. Qué loco va a ser volver en un par de días. ¿Que todo el mundo que pueda debiera hacer cuarentena? Oh. Bueno, y mis clases… ¡Ah! ¿Las clases serán por Internet? ¡Mira tú, qué novedoso! ¿Y las personas que no tengan buena internet? Oh, lo están viendo, ok. Hm. Clases online. ¿Y ustedes qué piensan? ¿Quedarme acá? El virus va a llegar en algún momento, igual. No, pero es verdad. Además, tengo ropa acá, tengo todo. ¿Qué más podría necesitar?
Es raro estar acá y no ver a nadie. Suelo venir a puro ver gente, mi familia gigante de hobbit, por aquí y por allá, que la once, que la cena, que el campo. Ahora: nada. Voy a empezar a vivir como el gato que dejé acá: acurrucada al lado del calentador para siempre jamás. Leo un rato y me voy al celular, escribo, transcribo una que otra cosa, ¡y vuelta! Ni siquiera lo hago bien: ¿desde cuándo hay tantos grupos de whatsapp? Pasan dos horas, dos días, no termino de revisar, me distraigo, voy a cocinar.
Qué rico tu almuerzo, qué bien te quedó. Gracias, gracias, esta mañana vi un tutorial en yutú. Y vuelta a la rutina de los libros, las notas y el celular. ¡Vuelta!, ni que fuera cueca la weona. Floja culiá, hiciste ejercicio tres días y nunca más. ¡Ya empezaste a tratarte mal! ¿Qué dijo el psicólogo la última vez? Qué te tratarai bien, ¿y qué estai haciendo? Ya po. Es el tercer helado de la semana, ¿y qué le voy a hacer, si se derrite la weá? Ya basta. Mañana voy a hacer un jugo verde pa desayunar.
¿Qué día es hoy? Chuuta, lunes, verdad, la toma de ramos, ¡gracias, maldito grupo de whatsapp! A ver, ¿cuáles quería yo…? Listo, todo bien. Mira, clases de yoga todos los días a las 7, qué wena (sé que no lo voy a hacer). A ver cómo está mi amiga: bordándose la vida. ¿Y esta otra? Bailándoselo todo en el living. ¿Y yo? Ahhh, el gato me entierra las garritas en la pierna, pero si me muevo se va a bajar. De más que hay un webcomic con justo esta situación, ¿a ver? Hashtag #catproblems, ¡ajá, aquí está, soy yo! Qué risa, compartir.
Uh, mañana viene don Héctor a arreglar el cálifon. Qué bueno, porque lavar la loza con agua fría no despegaba la grasa, y me quemaba todo el rato con el agua hervida. ¿Qué le pida que limpie el calentador de atrás también? Ok, chaoo, ¡que te vaya bien! Qué pena que todavía no pueda hacer teletrabajo. Don Héctor, pregunta mi mamá si podría limpiar el calentador de atrás también. Chuta, está lleno de hollín. Son las partículas más negras que he visto en la vida, a bajar la aspiradora se ha dicho. Mira, tenía razón, si se toca se queda pegado. Gracias Don Héctor, ¡que le vaya bien! ¿En qué estaba yo? Ah, sí, jugo en polvo para el almuerzo.
Qué sueño más raro, estaba en una reunión familiar y contagiaba a todo el mundo de coronavirus. Hmm, me pregunto si no estaré leyendo demasiado al respecto. ¿Hace cuánto que no medito? ¡Seguro esa es la solución! Uh, verdad que mi hermana empieza sus clases online también. Qué paja estar en el colegio. Ay, tiene que leer Edipo Rey, jaja, de más que me pide ayuda.
Sabía que me iba a pedir ayuda, que se prepare no más para ¡la mejor lectura dramatizada de Edipo Rey que oirá en su vida! En verdad, ojalá que no sea la mejor, pobrecita. Pero que se note que me esfuerzo: ¡ay de mí! ¡Qué desdichado, pobre desgraciado, infeliz!… ¿Las lágrimas habrán sido demasiado? ¡Ya qué! Por lo menos le quedó claro todo. Ojalá lea Antígona, que es mucho mejor.
¿Cuántos días llevo aquí? ¿Son semanas, ya? ¡No me digas, no! El calendario lo arruina todo. ¿No se suponía que tenía que hacer algo yo hace un par de días? Ya pasan casi sin que me dé cuenta. No importa. Ya me acordaré. ¿Veo el final de esta serie, o de la otra? ¿Leo teoría o ficción? ¿Seré capaz de dormir en la noche si hago una siesta ahora? ¿Qué dirá mi horóscopo? ¿Qué dirías tú? ¿Qué qué dirías? ¿Cuándo, cuándo voy a volver?
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